Escribiendo en la frontera

Carl von Linné, el fundador de la taxonomía moderna, siempre había creído, como muchos de sus contemporáneos, que las especies “advierten en el origen de su estirpe la verdadera mano del Creador”, y por lo tanto una especie, una vez creada, no podía cambiar. Sin embargo, veinte años después de que hiciera esta afirmación ya no estaba tan convencido de estar en lo cierto.

En su jardín de Uppsala, como en tantos otros jardines botánicos, a veces el polen de una planta alcanzaba ejemplares de una especie distinta, accidente que en ocasiones tenía éxito. Tras haber obtenido un salsifí híbrido y extraído sus semillas, no había lugar a dudas.

Pero los híbridos aún escondían enigmas que serían desvelados en el monasterio agustino de Santo Tomás (Brno), donde Gregor Mendel demuestra lo que los botánicos habían observado durante años: las formas híbridas tienden a regresar a las formas puras en las sucesivas generaciones.

Aunque estas observaciones se limitan al ámbito de la genética vegetal, parece que nos empeñamos en darlas por válidas también en el campo de la cultura. Negamos la posibilidad de hibridación entre ciencia y literatura alegando la incompatibilidad de tales “especies”, y si por algún afortunado cruce se alcanza cierto mestizaje, asumimos de manera natural el retorno a las “formas puras”.

Con el objetivo de ayudar a que esta interrelación de ciencia y humanidades vaya derogando esta “ley de las dos culturas”, invito al lector a conocer el Curso de Divulgación y Escritura Científica Creativa, que comenzó su andadura en septiembre de 2013 como propuesta de encuentro entre los lenguajes científico y literario.

A través del contenido del curso, que se imparte en modalidad virtual durante doce semanas, se realiza un recorrido histórico por la divulgación de la ciencia mediante el que se puede conocer, por ejemplo, la poesía didáctica, empleada desde Lucrecio en el siglo I a.C. hasta Erasmus Darwin, abuelo del autor de El origen de las especies; o a Bernard de Fontenelle que nos inventa otros mundos para poner la literatura al servicio de la popularización de la astronomía; o a Oliva Sabuco, coetánea de Cervantes y autora de una obra sobre medicina que bien merecería considerarse “El Quijote de la divulgación”.

A través de las actividades de redacción del curso, se explora no solamente el artículo o el ensayo de divulgación científica, sino formas narrativas como el relato breve y el microrrelato para liberar recursos expresivos, trabajar la creatividad y buscar nuevos enfoques a la hora de contar la ciencia al gran público:

 

El dinosaurio

Estos sesenta millones de años se me han pasado en un suspiro.

(microrrelato creado en la 1ª edición del curso, y premiado en el Concurso de microrrelatos científicos del CSIC 2014 a través de Twitter)

 

Otra de las formas literarias que se trabajan para estimular la imaginación es el poema breve japonés llamado haiku, en particular el que trata o se inspira en la ciencia (science haiku) y que recibe el nombre de sciku:

 

BIG BANG

Desde el espacio,

el eco de una explosión

cuenta qué somos.

 

EVOLUCIÓN

Sin un diseño,

la bacteria y el primate

mutan sin pausa.

 

(scikus creados en la 1ª edición del curso)

 

 

Otros aspectos destacables del curso son los foros de discusión, espacios donde se debate sobre cuestiones científicas y donde se comentan los ejercicios propuestos, y la especial atención dedicada al papel de la mujer, desde Hypatia de Alejandría hasta Lynn Margulis, en la divulgación del conocimiento científico de sus respectivas épocas.

El objetivo principal de esta propuesta es acercarnos al pensamiento, en palabras del divulgador Jorge Wagensberg, del pensador intruso, de aquel que sin complejos ni pudor se nutre en la intersección de dos dominios. Ejemplo de ello es el entomólogo Jean Henri Fabre, que nos encandilaba con su narrativa para que la fascinación por los insectos nos llegara vívida e intensa; o Maurice Maeterlinck que recibió el premio Nobel por su obra literaria, y de la que forma parte una exquisita divulgación del mundo natural. En el caso de Antonio Machado Ruíz, sus “recuerdos de un patio de Sevilla” eran compartidos con su abuelo, Antonio Machado Núñez, pionero de la enseñanza de la Geología en España y divulgador de las teorías de Darwin, mientras que Miguel Delibes de Castro, que fuera director de la Estación Biológica de Doñana, rememora a su padre al afirmar que “me enseñó ecología un escritor”. Variados ejemplos como para ignorarlos. Numerosas mentes observando desde el otro lado sin la intención de invadir, con el deseo de reencontrar.
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